martes, 22 de abril de 2014

PERIODOS EN LA LITERATURA MEXICANA

BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES
LIC. CIENCIAS POLÍTICAS

TITULO: PERIODOS EN LA LITERATURA MEXICANA


MATERIA: TALLER DE ENSAYO POLÍTICO


ALUMNO: JUAN LUIS DEL MORAL DOMÍNGUEZ


   PROFESOR: BEATRIZ BARRIOS HERNÁNDEZ


22/ Abril/ 2014

LITERATURA MEXICANA

La literatura de México es una de las más  influyentes de la lengua española junto con literatura de España, de Argentina y Cuba. Tiene autores reconocidos a nivel internacional tales como Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Amado Nervo y varios más. Tiene sus antecedentes en las literaturas de los pueblos indígenas de Mesoamérica.

Otro movimiento de relevancia para la historia literaria del país lo constituyó el grupo de Los Contemporáneos (década de 1930), que agrupaba a figuras como el periodista Salvador Novo y los poetas Xavier Villaurrutia y José Gorostiza. Ya hacia la segunda mitad del siglo XX, la literatura mexicana se había diversificado en temáticas, estilos y géneros. En 1990, Octavio Paz se convirtió en el único mexicano hasta la fecha que ha ganado el Premio Nobel de Literatura.

Hasta mediados de la década de 1940 hubo autores que continuaron con narrativa realista, pero también conocieron su auge la novela indigenista y las reflexiones en torno al ser y la cultura nacional. Surgieron dos nuevas generaciones poéticas, agrupadas en torno a las revistas Taller y Tierra Nueva. Con la publicación de Al filo del agua de Agustín Yáñez en 1947 comenzó lo que llamamos "novela mexicana contemporánea", que incorporó técnicas entonces novedosas, influencias de escritores estadounidenses (William Faulkner y John Dos Passos), e influencia europea (James Joyce y Franz Kafka). Si bien durante el periodo que va de 1947 a 1961 predominaron los narradores (Arreola, Rulfo, Fuentes), surgieron entonces poetas de valía como Rubén Bonifaz Nuño y Rosario Castellanos.

LITERATURA PREHISPANICA
Al llegar los españoles a América, las dos culturas precolombinas que sobresalen por su riqueza en costumbres, su organización y sus testimonios literarios: la literatura náhuatl perteneciente a los pueblos del Valle del Anáhuac y la maya perteneciente a los de la Península de Yucatán y Guatemala.
La literatura, náhuatl abarcaba todos los aspectos de la vida, pues tenía como fin retener de memoria todo el saber acumulado por las generaciones anteriores, tanto ideas religiosas, mitos, rituales, adivinaciones, como cuestiones de medicina, historia y derecho; además comprendía una gran parte de oratoria, de poesía épica y lírica. La prosa era utilizada para la elaboración de discursos didácticos, narraciones míticas y relatos históricos; y el verso, para los poemas religiosos o profanos.
El nombre mismo del poeta, cuicani, que significa "el cantor", indica que poema y canto eran sinónimos, ya que el poema siempre debía ser cantado o recitado acompañado de instrumentos musicales. El estilo oratorio y poético estaba caracterizado por el uso recurrente de figuras tales como los paralelismos fonéticos, las semejanzas, las alteraciones y la unión de dos palabras para crear un binomio, así como por el empleo de metáforas muy elaboradas.
Esta literatura también distinguía cierto número de géneros. En primer término, el teocuicatl, canto divino o himno, su estilo está sobrecargado de alusiones esotéricas y metáforas; trataban temas religiosos y no sólo debían ser cantados sino también representados. Otros himnos más simples se reducían a repetir fórmulas mágicas o conjuros. Los demás poemas eran clasificados de acuerdo a su tema y a su origen. Así se tenían cantos guerreros, cantos floridos y maliciosos, poemas de primavera, etcétera. Algunos de estos eran verdaderas leyendas como el canto de Quetzalcóatl.
Finalmente se encuentran también elementos de un arte dramático en las piezas en las que hay al mismo tiempo recitaciones, cantos, danzas y música donde actores disfrazados personificaban a los héroes históricos o míticos y entablaban diálogos.
Por otro lado está la literatura maya, dentro de la cual sobresale el Popol Vuh o Libro del Consejo, correspondiente al pueblo quiché, obra narrativa que contiene el concepto de origen para aquella cultura y en la que intervienen seres sobrenaturales, bestias y fuerzas cósmicas. Aunque esta obra es la más representativa también dejaron testimonios en teatro con el Rabinal Achí. Otros escritos importantes son los que conforman los libros del Chilam Balam; la mayor parte de estos textos son de género místico, otros contienen síntesis de relaciones de hechos con sentido religioso. La última parte del manuscrito consiste en la transcripción de las profecías atribuidas al sacerdote Chilam y a otros más.
Entre los pueblos prehispánicos floreció:
   La poesía épica, que relataba la vida de personajes famosos, lo referente a Quetzalcóatl, la fundación de ciudades y peregrinaciones de tribus.
   La poesía lírica de tipo religioso, bélico o filosófico.
   La poesía dramática, que mezclaba elementos musicales y dancísticos, como la fiesta a Tezcatlipoca.
   La prosa: histórica y genealogías, didáctica como los Huehuetlatolli o los proverbios.
   Popol Vuh (siglo XVI)
   Rabinal Achí
Nezahualcóyotl (1402-1472) «El Rey Poeta»

LITERATURA COLONIA
Tiene sus antecedentes en las literaturas de los pueblos indígenas de Mesoamérica. Sin embargo, con la llegada de los españoles, se dio un proceso de mestizaje que luego dio paso a una época de criollización de la literatura producida en la Nueva España. El mestizaje de la literatura novohispana es evidente en la incorporación de numerosos términos de uso corriente en el habla local del virreinato y en algunos de los temas que se tocaron en las obras del periodo. Durante la época virreinal, Nueva España albergó a escritores barrocos como Bernardo de Balbuena, Carlos de Sigüenza y Góngora, Juan Ruiz de Alarcón, Francisco de Castro, Luis Sandoval Zapata, Sor Juana Inés de la Cruz, llamada La Décima Musa y Rafael Landívar. Muy destacados todos, y que dieron la lucha inicial por la emancipación de la literatura nacional de la literatura de la península: Diego José Abad, Francisco Javier Alegre y Fray servando Teresa de Mier.
En todos los autores de este periodo es evidente la influencia de la filosofía neoplatónica (surgida en la Italia del siglo XV), la cual proponía la elevación espiritual del individuo a través del amor. Por su parte, Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700) fue también un destacado poeta, narrador, historiador y científico. En su novela Los infortunios de Alonso Ramírez, el autor cuenta las desventuras de un viajero que se ve obligado a dar la vuelta al mundo tratando de regresar a casa. Al mismo tiempo, Sigüenza fue de los primeros eruditos en interesarse por el pasado indígena de México.



Pero la figura literaria más importante de todo el período colonial fue Juana de Asbaje o Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695). Sus intereses intelectuales la llevaron a hacer reflexiones sobre ciencia, historia, teología e incluso gastronomía. En cuanto al trabajo literario, la célebre monja compuso poemas (recogidos en el libro Inundación castálida), obras de teatro (como El divino narciso y Los empeños de una casa), e incluso polémicas (Carta athenagórica). Su poema más ambicioso fue el "Sueño", donde aprovecha a la perfección los recursos empleados por escritores barrocos como el español Luis de Góngora.
También supo defender sus derechos intelectuales en escritos como la Carta ya citada (en respuesta a los ataques de religiosos de su época).

El siglo XVIII colonial se hizo notar por el trabajo erudito de los miembros de la Compañía de Jesús, orden religiosa fundada por San Ignacio de Loyola. Sin embargo, por razones políticas, fueron expulsados de los territorios españoles en 1767. Por ello, buena parte de su obra fue publicada en Europa, aunque inspirada en la Nueva España. Por ejemplo, Francisco Javier Clavijero (1731-1787) supo defender la cultura prehispánica contra el desprecio europeo en su Historia antigua de México, publicada en Italia. Otros jesuitas destacados por su creación literaria fueron Diego José Abad (1727-1779) y Francisco Javier Alegre (1729-1788). En cuanto a la poesía, el autor más relevante del período fue Fray Manuel Martínez de Navarrete (1768-1809), cuyos versos describen la naturaleza como un espacio sereno y ordenado, a veces amenazado por la melancolía nocturna. Su estilo sencillo está vinculado con la estética ilustrada de España.
Ensayistas
   Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895).
   Antonio Menéndez de la Peña (1844-1912).
   Rodolfo Menéndez de la Peña (1850-1928).
   Justo Sierra Méndez (1848-1912).
   José Vasconcelos Calderón (1882-1959).
Novelistas y cuentistas
   Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893).
   Ángel del Campo (1868-1908).
   Florencio María del Castillo (1828-1863).
   José Tomás de Cuellar (1830-1894).
   Rafael Delgado (1853-1914).
   Federico Gamboa (1864-1939).
   Gregorio López y Fuentes (1897-1966).
   Manuel Payno (1810-1894).

 Poetas
   Manuel Acuña (1849-1873).
   Manuel Carpio (1791-1860).
   Salvador Díaz Mirón (1853-1928).
   Enrique González Martínez (1871-1952).
   Enrique González Rojo (1899-1939).

LITERATURA CONTEMPORANEA
De 1915 a 1930 hubo tres corrientes: una renovación estilística que incorporaba influencias de las vanguardias europeas (el estridentismo (Manuel Maples Arce, Germán List Arzubide, Arqueles Vela) y los Contemporáneos), un grupo de escritores retomaba temas coloniales (Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Jorge Cuesta, José Gorostiza, Salvador Novo), y otros que comenzaron a publicar las llamadas «novelas de la Revolución» (la más conocida es Los de abajo de Mariano Azuela): Martín Luis Guzmán, Rafael F. Muñoz, Heriberto Frías, Jorge Ferretis, Nellie Campobello.
Las revistas literarias fueron uno de los principales vehículos de difusión de los escritores, de manera que se tiende a agrupar a muchos de ellos bajo el nombre de las revistas en las que participaron. Octavio Paz fundó, tras su salida del periódico Excélsior, la revista Vuelta, que encabezó durante muchos años la cultura nacional, fundamentalmente tras la muerte de Martín Luis Guzmán en 1976. Tras la muerte de Octavio Paz, un grupo de sus colaboradores trató de fundar una revista que ocupara su lugar, pero la revista naciente, Letras libres, no logró tener la aceptación que tuvo Vuelta. En 1979, Gabriel Zaid hace un censo de poetas que publica en su antología Asamblea de poetas jóvenes de México; entre quienes han destacado de los incluidos, como poetas, Eduardo Hurtado, Alberto Blanco, Coral Bracho, Eduardo Casar, Eduardo Langagne, Manuel Ulacia, Vicente Quirarte, Víctor Manuel Mendiola, Dante Medina, Verónica Volkow, Perla Schwartz, Jaime Moreno Villarreal y Francisco Segovia. Éstos y el resto de los incluidos son quienes conforman actualmente el grupo de autores en la cúspide de sus carreras literarias.

Ensayistas
Jorge Cuesta (1903-1942).
   Germán Dehesa (1944-2010).
   Ricardo Garibay (1923-1999).
   Margo Glantz (1930- ).
   Manuel Hernández Gómez (1950- ).
   Hugo Hiriart (1942- ).
   Carlos Monsiváis (1938-2010).
   Octavio Paz (1914-1998).
   Óscar René Cruz Oliva (1933- ).
   Sergio Pitol (1933- ).

Cuentistas y Novelistas
   Gerardo Horacio Porcayo (1966- ).
   María Luisa Puga (1944-2004).
   Rafael Ramírez Heredia (1942-2006).
   Sergio-Jesús Rodríguez (1967- ).
   Octavio Rodríguez Araujo (1941- )
   José Revueltas (1914-1976).
   Martha Robles (1949- ).
   Bernardo Ruíz (1953- ).
   Juan Rulfo (1918-1986).
   Daniel Sada (1953-2011).
   Alberto Ruy Sánchez (1951).
Gustavo Sainz (1940- )

Dramaturgos
   Carlos Olmos (1947-2003).
   José Lorenzo Canchola (1962-).
   Víctor Hugo Rascón Banda (1948-2008).
   Guillermo Schmidhuber (1943- ).
   Juan Tovar (1941- ).
   Luis Mario Moncada (1963- ).
   Rodolfo Usigli (1905-1980).
Xavier Villaurrutia (1903-1951)

Poetas
   Octavio Paz (1914-1998).
   Carlos Pellicer (1899-1977).
   Jaime Sabines (1926-1999).
   Jaime Augusto Shelley (1937-).
   Javier Sicilia(1956-).
   Concha Urquiza (1910-1945).
   Janitzio Villamar (1969-).
Xavier Villaurrutia (1903-1950)

Historiadores
   Jean Meyer (1942- ).
   Lorenzo Meyer (1942- ).
   Juan Miralles (1930-2011).
   Josefina Moguel Flores (1952- ).
   Edmundo O'Gorman (1906-1995).
   Héctor Pérez Martínez (1906-1948).
   Constantino Reyes-Valerio (1922-2006).
  
Conclusión
El estudiar a los clásicos , además de ayudar en la formación de valores, la transmisión de cultura y en la definición de espacios de contextos sociales, nos brinda las herramientas para hacer mejores opiniones, apreciaciones e interpretaciones. El leer a los clásicos no vuelve a formarnos como lectores mas exigentes, enriqueciéndonos con la gran calidad de autores de los cuales debemos enorgullecernos como mexicanos, ya que muchos de estos han sido leídos e interpretados a nivel mundial, traspasando las barreras nacionales con obras que van desde historias reales hasta fantasías por parte de los autores e las cuales se engloban pensamientos, utopías, sueños e incluso sentimientos. La existencia de textos canónicos logran distinguirse de entre los demás, ya que proponen cosas originales y recrean tradiciones literarias. Las influencias que ejercen sobre otras obras, y la manera en que revolucionan la escritura en su momento, los convierten en instrumentos de conocimiento filosófico, sociológico e incluso artístico.

Fuentes:
enciclopedia_universal.esacademic.com/.../Literatura_colonial_mexicana



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